2013

La actriz que le pone la voz a Laura, la chica de Metegol. Lucía Maciel fue seleccionada no sólo por sus dotes actorales sino también por el tono de su voz para interpretar a la figura femenina en la película animada de Juan José Campanella, que ya es récord de recaudación. Hablamos con ella, la hicimos compartir una producción fotográfica con su personaje y te contamos quién es.



Lucía Maciel (34) llegó al casting lookeada como una pueblerina. Le había preguntado a la hermana de un amigo que no vive en la ciudad cómo vestirse porque tenía que interpretar a una chica de pueblo. Pero cuando llegó al casting se dio cuenta de que no había cámaras, sólo importaba su voz. “Soy una colgada, nunca me imaginé que una película de Juan José Campanella fuera de dibujos animados”, confiesa Lucía, que después de pasar por tres instancias de casting quedó seleccionada para ser la voz de Laura en la película animada Metegol. Al terminar cada casting, Campanella abrazaba a Lucía y le daba las gracias. “No entendía si me estaba dando la bienvenida o si era una despedida”, recuerda. Pero finalmente en 2010, Lucía se sumó al elenco de actores que formarían parte de la película. “Fui a grabar sólo diez días y durante todos estos años me llamaron para rehacer algunas tomas. Para mí fue como poner una semilla y esperar que germinara, porque el verdadero trabajo lo hicieron los ilustradores y el director”, cuenta. Si para un actor la imagen es lo más importante, esta vez no fue así. Lucía fue seleccionada no sólo por sus dotes actorales. “Era raro que estuvieran fascinados con mi voz, y a la vez fue interesante, porque lo que dice un actor, más allá de que no aparezca su imagen, tiene mucha carga. Además, no me pidieron que caricaturizara la voz, sino que la hiciera lo más humana posible. Por eso nunca me imaginé que era un dibujo animado y actué como si estuviera en una peli de verdad”, dice. A diferencia de lo que se realiza normalmente en los films de animación, en Metegol los actores no doblaron sus voces ni las grabaron por separado, sino que actuaron cada una de las escenas. “Trabajamos en un estudio de grabación y también había cámaras que nos filmaban. Todo tenía que ser verídico. Lo más cómodo fue actuar en jogging”, cuenta riendo. Su desafío como actriz fue grabar las partes más técnicas, como los gritos y las escenas donde había que usar la imaginación porque eran situaciones que no se podían actuar, como caer de un helicóptero. Antes de conocer a Campanella, Lucía estaba un poco nerviosa, pero nunca se sintió exigida y recuerda el trabajo con el director como si fuera un actor más: “El tiene muy claro lo que quiere y nunca se sobresalta. Estaba presente en cada toma, y en esas escenas donde se necesitaba imaginación y movimiento para que la voz saliera con la impronta correcta, le ponía el cuerpo y nos sacudía o hacía de extra para que pudiéramos meternos en la escena. Me encantó trabajar con Campanella”. A Lucía no le intimidó trabajar en un elenco completamente masculino, es más, asegura sentirse cómoda entre los hombres. Pero si tiene que presentarse ante directores reconoce que le gana la timidez y trata de pasar desapercibida. Sin embargo, mucho tiempo antes, Lucía le había mandado a Campanella un reel con su trabajo y una carta de presentación. “Cuando me vio en el casting me dijo que se acordaba de mi demo y que le había gustado”, cuenta entusiasmada.

LUCIA ES LAURA. “Me siento identificada con ella porque es una chica transparente que lucha por lo que quiere y avanza. Laura es el motor de la película, porque le da fuerza al protagonista y lo impulsa a hacerse hombre. Ella es muy moderna como yo, por eso no tuve que componer un personaje”, asegura la actriz. ¿Y qué le envidia Lucía a Laura? “¡Las piernas largas y flacas que tiene!”, responde entre risas. “Inquieta y revoltosa”, así definía su abuela a Lucía, y ella reconoce que es cierto. Hija de padre cirujano y madre ingeniera, empezó a descubrir su faceta artística por el lado de la música, mientras su hermana mayor escuchaba discos y ella bailaba alrededor. “Cuando era chica me divertía imitando a cantantes, me acuerdo que a veces cantaba como Valeria Lynch. Mi abuela fue mi primer espectador porque era difícil hacerla reír. Le hacía morisquetas hasta lograrlo y así entrenaba mi comicidad”, recuerda la actriz, a quien no le sale una sonrisa natural frente a la cámara de fotos, pero sí puede hacer mil muecas. A los diez años, una de sus amigas hacía teatro y a Lucía le gustó la idea. Les dijo a sus papás que ella también quería estudiar actuación y desde entonces no paró. Empezó con Cora Roca, tomó clases con Augusto Fernández, con Nora Moseinco y pasó por el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Cuando terminó el colegio secundario intentó estudiar una carrera universitaria siguiendo los mandatos familiares, pero enseguida renunció porque no era lo que la apasionaba y siguió con la actuación. Además de actriz, Lucía baila flamenco. A los dieciocho años descubrió esta danza caminando por la plaza de San Telmo: “Quedé fascinada y me voló la cabeza rítmicamente. Al tiempo mi hermana se compró un disco de flamenco. Yo lo escuchaba sin parar y me inventaba pasos, hasta que un día me decidí a aprenderlo profesionalmente”.

BAILAR Y ACTUAR. Lucía asegura que ambas expresiones artísticas se complementan a la perfección: “Al bailar no hay que poner palabras y se puede expresar lo innombrable, es algo más primitivo. La palabra intelectualiza la actuación y el baile me ayuda a volver la palabra al cuerpo y a encontrar ese estado más gestual. No olvidarse del cuerpo es lo más difícil de la actuación”. De chica, Lucía no tenía la inquietud de aparecer en televisión: “Mi mamá no me mandaba a los castings de Cris Morena ni me interesaba ir, pero después quise empezar a vivir de lo que me apasionaba”. En el 2001, comenzó sus bolos en telenovelas. Pasó por EnAmorArte, Resistiré, El Deseo y muchas más. Después fue notera en el programa Cámara en Mano de Matías Martin, y en RSM, con Mariana Fabbiani. Aunque de esto último renegó un poco: “No quería ser notera. Pensaba que era el fin de mi carrera, hasta que encontramos la vuelta para hacer algo actuado. Entonces me disfrazaba de bombera, de granjera, o según el lugar a donde fuera a hacer la nota”. Lucía también actuó en teatro y en cine, en la película Un novio para mi mujer. Además, da clases de teatro para chicos y adolescentes en la escuela de Nora Moseinco, y escribió tres obras de teatro que todavía no montó. Ahora está grabando una participación en un unitario y un personaje para una miniserie que saldrá por el canal de tevé Cosmopolitan. “La actuación es una profesión muy sacrificada y gratificante a la vez. Muchas veces pierdo la fe. En una época lloraba y quería volverme empresaria. Pero después pienso que lo mejor que sé hacer es actuar: es lo que hice toda la vida. Además, la actuación es un acto de fe”, confiesa Lucía. Y asegura que cuando va a los castings trata de entender que quedar seleccionada o no depende de una conjunción de cosas que están buscando para el papel y no significa ser mejor o peor que otras actrices.
Después de su trabajo en Metegol, Lucía no quiere ser conocida para hacerse famosa, sino para tener más trabajo y poder expresarse. “La fama está muy vacía de contenido y la gente que sólo quiere eso está perdida. Me imagino lo que vengo haciendo, pero con más continuidad para poder actuar todos los días. Por eso quisiera trabajar en una tira y tener un personaje permanente”, cuenta. Y muy segura, dice: “todo llega”.

Fotos: Maia Croizet

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