2010
Muerte violenta: El arte de Doris Salcedo y Teresa Margolles
(AMÉRICA LATINA) - Ropas ensangrentadas, muebles mutilados, fluidos corporales y hasta cadáveres aparecen sin tapujos en las obras de la artista colombiana Doris Salcedo y la artista mexicana Teresa Margolles. Su arte rompe todos los tabúes y habla de los episodios de muerte violenta que son moneda corriente en Latinoamérica.
¿Puede el arte hablar de la muerte sin caer en lugares comunes? ¿Puede una obra de arte lograr que la muerte se convierta en una presencia viva? Las obras de Doris Salcedo y Teresa Margolles pueden eso y mucho más. Latinoamericanas ambas, no es casual que sintieran la misma necesidad: contar las muertes violentas por las que atraviesan sus países día a día. Las artistas inscriben sus obras dentro de un contexto que afecta a Latinoamérica desde hace tiempo. Salcedo y Margolles toman la presencia cotidiana de la muerte anónima y violenta en sus países como desechos del sistema capitalista. El límite del sujeto está cuestionado por el desarrollo de la violencia que produce la sociedad post-industrial: el desecho, el desperdicio, la velocidad, las máquinas, el anonimato, la sociedad de masas.
Salcedo es una de las artistas colombianas más importantes a nivel internacional. Expuso sus obras en Nueva York, Londres y Paris, entre otros; y este año recibió el Premio Velázquez de Artes Plásticas en España. La artista comenzó a trabajar esta temática desde mediados de los '80, con la escultura y la instalación como soporte de sus obras. En ellas son los objetos, de las personas fallecidas brutalmente o desaparecidas, los que se someten a la violencia. Muebles, ropa y zapatos se convierten en signo del cuerpo ausente. Entre las tantas obras de Salcedo se encuentran una pila de camisas (de obreros que fueron asesinados frente a sus familias) apretadas, dobladas y compactadas con alambres; nichos contra la pared como repositorios de zapatos de víctimas de la violencia; mobiliario doméstico enterrado en cemento, ensamblado y fusionado entre sí o con otros objetos. En todas ellas hay una conjunción violenta de materiales y objetos que hacen presente un cuerpo ausente que fue discriminado, exiliado o asesinado.
Por su parte, Margolles formó parte del grupo SEMEFO (Servicio Médico Forense) en los '90, y desde entonces continúa el camino abordado. Sus obras también cruzaron la frontera latinoamericana y llegaron a la última Bienal de Venecia. Sus performances e instalaciones son realizadas con ropas ensangrentadas y fluidos corporales (sangre, orina, etc) de cadáveres e, incluso, con los cadáveres mismos o parte de ellos. Estos cuerpos no son elegidos al azar, sino que son cuerpos no reclamados, no identificados o que no pueden ser rescatados de la morgue por falta de recursos o la parálisis burocrática de su país.
Una de las obras más controvertidas de Margolles y su grupo, llamada "Vaporización", consiste en una sala donde la visibilidad está nublada por una bruma cada vez más espesa. Esta niebla es fabricada con fluidos producto de la limpieza que le realizan a los cadáveres en la morgue. La instalación también fue realizada en versión de burbujas de jabón y agua, subproducto de esta misma limpieza. La experiencia en el espectador ya no es visual, sino táctil. Ese cuerpo muerto y ausente, no sólo se vuelve presente, sino que se introduce en un cuerpo vivo al "respirarlo". Margolles rompe el límite entre el yo y el otro, el adentro y el afuera; y propone la inscripción de un cuerpo en otro.
La elección de la instalación como contrato de lectura con el espectador, por parte de ambas artistas, tampoco es aleatoria. La instalación interrelaciona tres posiciones subjetivas distintas: persona fallecida, artista y audiencia; es decir, hecho, memoria y narración/representación del hecho en la memoria. El espectador recorre con su cuerpo vivo el espacio, toca, mira, respira, y se transforma en un performer. Las artistas buscan que se reconozca la experiencia del otro como experiencias colectivas.
Las obras de Salcedo y Margolles son algo más que un doble juego entre atracción y rechazo, entre el asco y el morbo, entre el miedo a la muerte y la fascinación por ella. Trabajan con el lenguaje simbólico de lo grotesco y lo abyecto como conexión con la vida, la muerte como parte de la vida. Sus obras, junto con el espectador, traen al cuerpo muerto de nuevo al flujo circular de la vida. Controvertidas, sí. Atrevidas, también. Margolles y Salcedo aluden a la muerte no como un acto meramente biológico, sino social, político y cultural. Sus obras no pretenden ser una simple atracción estética, sino ser acto y discurso. Arte latinoamericano en su expresión más pura, no apto para prejuiciosos.