Si hay un artista que trasciende épocas y generaciones, ese es Van Gogh. Así lo evidencia Imagine Van Gogh, la muestra inmersiva que recorre el mundo y hoy se disfruta en La Rural.

¿Cómo seguir vigente e influyente en tiempos en los que todo cambia tan rápido? 

Un breve recorrido por su vida nos da la respuesta.

Una de sus últimas obras, Campo de trigo con cuervos 1890

Un campo de trigo en el que sobrevuela la soledad. Un reiterado sentimiento de angustia que oprime el pecho. Una idea que carcome los pensamientos. Una solución premeditada. Un arma. Un disparo en el pecho. Letárgica agonía. Espera del sueño eterno. Un 29 de julio de 1890, a los 37 años, el pincel cae de sus manos.

Vincent Van Gogh, Carta de 1882

Entre telas vírgenes, un arsenal de novecientos cuadros en tan sólo diez años y una única venta; Vincent Van Gogh abandona para siempre el pequeño cuarto en el ático de la pensión Ravoux en Auvers, Francia.

El café de Madame Ginoux ya no ve sus pasos, su adorado y protector hermano Theo recibe la última carta de las más de seiscientas que se enviaron, su exceso de tabaco y alcohol ha cesado, su silla espera en el ruidoso silencio de su habitación, su noche estrellada ya no brilla, sus girasoles se marchitan, los cuervos sobrevolando el campo revelaron el presagio.

Girasoles-1888

Van Gogh decía “buscar siempre sin encontrar jamás la perfección”, pero no supo que la halló en su manera de ver el mundo. Él podía reconocer los secretos que esconden las cosas más triviales, los lugares cotidianos y los rostros de las personas.

Para Vincent nunca existieron naturalezas muertas sino llenas de energía.

Para Vincent un par de zapatos no era un simple objeto; sino un andar, el cansancio y el esfuerzo de su dueño, el paso del tiempo marcado en el cuero. Vincent imprimió poesía a un campo o a un café por la noche, porque sus ojos y su corazón le hablaban al unísono.

Par de zapatos 1888

Cada una de sus imágenes, cada uno de sus personajes son un universo único. Aprendió las reglas, las apreció, y después las ignoró buscando su propio camino pictórico, en el que primó el entusiasmo como pincel y el color como bandera.

El infierno en cada trazo enérgico, alargado y puntiagudo. El cielo en cada espiral, en cada remolino.

Su anhelo en un campo que puede ser violeta, ¿por qué no? Su desconsuelo en un cielo azul azotado por el negro. Todos sus cuadros son una metáfora de la vida y una oda a la creatividad.

No pudo concretar su sueño de formar una comunidad de pintores. Amigos tenía pocos y sus amores nunca fueron correspondidos. La pobreza siempre le pisó los talones. El torbellino de sus sentimientos y su lucidez exasperada (a los que algunos llaman locura) lo marginaron. Su originalidad sin límites, su expresividad en cada gota de pintura, su intuición apabullante, su frágil e inestable equilibrio mental lo tornaron un incomprendido por la sociedad de la época.

Unica fotografia confirmada de Vincent a los 19 años

Tras el camino andado queda la correspondencia con su hermano Theo que guarda cada línea de sus pensamientos y su sentir, el evangelismo que predicó los primeros años de su juventud, los días felices de convivencia con su admirado colega Gauguin y su trágico final en el que se cortó la oreja, los reiterados intentos de terminar con la sombra de su soledad, la internación en el asilo psiquiátrico de Saint-Rémy por su propia voluntad creyendo hallar la paz interior perdida, su adoración por el color del sol.

La Noche Estrellada

Aquel holandés pelirrojo nos clava la mirada desde cada uno de sus autorretratos (¡más de treinta!) como invitándonos a pasear por su espíritu, a dejar que la imaginación juegue su juego.

Autorretrato con oreja vendada y pipa 1889

Ese adulto con mirada de niño VIVIÓ la pintura, se entregó a ella con pasión y convicción a pesar de las inagotables críticas. Su alma y su obra se funden en una sola, y nos dejan un eterno testamento artístico, creativo y espiritual. 

Ni simbolismo, ni impresionismo, ni puntillismo, ni cualquier otro –ismo. Ni genio, ni mito, ni leyenda. Simplemente un hombre, un pintor, un nombre: Vincent Van Gogh. Ojalá, sí, el eterno “influencer”.